No me ciñe, no hay forma de calzar esta nueva piel a
mi cuerpo que sabe de tus besos, de tu boca caliente de sol
y poesía.
Zurzo jirones de caricias que quedan colgando de los dedos,
huérfanas, desoladas, sin destino a llegar, que buscan los minuteros
que me lleven de nuevo a ti, a tu pecho, a mi hogar.
No encuentro razones ni motivos, no hay argumento,
ni hilo conductor y la distancia que separa tu voz de mi oído,
y las horas contadas hacia atrás...
He dejado mi olor en tu sabana, media vida en tus paredes,
penden gemidos de las cortinas y esos cafés por tomar...
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